Carlos I: La colección del rey inglés que perdió la cabeza

Cuando una piensa en un rey decapitado, le viene a la cabeza (nunca mejor dicho) la imagen de Luis XVI, el monarca francés que pagó en 1793 un alto precio por los excesos cometidos tanto por él como por sus antecesores. Sin embargo, Carlos I de Inglaterra fue pionero en eso de perder la cabeza y no precisamente por una mujer, sino por una revuelta encabezada por Oliver Cromwell que acabó con la decapitación del monarca el 30 de Enero de 1649.

Carlos I ha pasado a la historia por haber sido el único rey inglés depuesto y decapitado. Pero este monarca también fue un gran coleccionista. Su pasión por el arte comenzó durante una visita a España en la que fue en busca de una esposa y volvió sin ella pero con dos Tizianos, que serían el origen de una gran colección de arte que ahora puede verse reunida de nuevo en una exposición temporal organizada por la Royal Academy of Arts de Londres.

Y es que esta colección fue subastada por el gobierno republicano de Cromwell para pagar la deudas del Estado. Emisarios de la corte española y francesa fueron enviados a la subasta y fue así como gran parte de estos cuadros acabaron en las paredes del Museo del Prado y del Louvre, que los han prestado ahora para esta exposición histórica. Estos dos obras fueron un regalo de Felipe IV al entonces príncipe de Gales que había acudido a Madrid para negociar su posible boda con la Infanta María Ana, hermana del rey español. Las negociaciones no acabaron en boda pero el joven príncipe, que por aquel entonces contaba con 22 años de edad, quedó maravillado por la colección de arte de los Habsburgo. Hay que tener en cuenta que tan solo en el palacio de El Escorial, Felipe IV tenía más de 1.000 cuadros.

En España, fue donde Carlos I se dio cuenta de la importancia de conformar una destacada colección de obras de arte y para ello se propuso contratar a los mejores artistas del momento. Prueba de ello, son los autorretratos de artistas como Rubens, van Dyck o Daniel Mytens, que pertenecieron a la colección y que pueden verse en la primera saEjemplo de esa dispersión que sufrió esta magnífica colección que llegó a estar compuesta por 1500 pinturas y 500 esculturas es que los dos Tizianos que obtuvo en Madrid pertenecen ahora uno al Prado y el otro al Louvre. Se trata de la "Venus del Pardo", en la colección del Louvre, y del "Retrato de Carlos V con un perro" (1533), en el Prado, ambos presentes en esta exposición.

Tres años después de esa visita a España, Carlos I fue coronado rey de Inglaterra, tras la muerte de su padre James I. Una de sus primeras acciones en el mundo del arte consistió en adquirir la colección de los Duques de Mantua, compuesta principalmente por artistas italianos entre los que destacaba la obra monumental de Andrea Mantegna "El triunfo de César", compuesta por nueve lienzos de 280 x 270 cm cada uno, pertenecientes actualmente a la colección de la reina de Inglaterra. Esta obra de gran formato fue la que alcanzó un precio más alto en su momento de todas las de esta colección. pintura que hay en el mundo". Pero si hay un artista que destacaría como retratista oficial de Carlos I ese sería Anthony van Dyck, quien fue nombrado oficialmente pintor de la corte en 1632. Esta exposición incluye numerosas obras suyas en las que puede apreciarse su atrevimiento y capacidad de innovación al situar a los reyes en localizaciones exteriores para muchos de estos retratos, algo poco usual en la época. Entre estas obras, destacan dos de los retratos más conocidos que realizaría de Carlos I. Se trata del retrato de cuerpo entero del rey cazando, que pertenece actualmente al Louvre y que es la primera vez que ese pintura vuelve a Inglaterra.

Durante el reinado de Carlos I, Francia y España se unieron contra Inglaterra. Rubens llegó a Londres en 1629 como enviado diplomático de la corona española para llevar un mensaje de paz. Carlos I decidió escuchar el mensaje que traía el pintor y diplomático de parte del rey de España y, al mismo tiempo, encargarle los cuadros "Paz y guerra" y "Paisaje con San Jorge y el dragón", ambos presentes en la exposición. Rubens pintó estas obras en Londres y además recibió el encargo de decorar el techo de la Sala de Banquetes del Palacio de Whitehall. En palabras del propio Rubens, Carlos I era "el príncipe más amante de la pintura que hay en el mundo”.

Pero si hay un artista que destacaría como retratista oficial de Carlos I, ese sería Anthony van Dyck, quien fue nombrado oficialmente pintor de la Corte en 1632. Esta exposición incluye numerosas obras suyas en las que puede apreciarse su atrevimiento y capacidad de innovación al situar a los reyes en localizaciones exteriores para muchos de estos retratos, algo poco usual en la época. Entre estas obras, destacan dos de los retratos más conocidos que realizaría de Carlos I. Se trata del retrato de cuerpo entero del rey cazando, que pertenece actualmente al Louvre y que es la primera vez que ese pintura vuelve a Inglaterra, y el triple retrato de Carlos I. Lo curioso de esta última obra es que se puede ver al rey de frente y de perfil, tanto del lado derecho como del izquierdo, y es que esta obra fue realizada con la finalidad de enviarla a Bernini para que le sirviera de guía en la realización de un busto del rey. Esa escultura de Bernini se destruyó en 1698 en un incendio del palacio de Whitehall, pero una copia hecha en el mismo momento por François Dieusssart y perteneciente al duque de Norfolk puede contemplarse en esta exposición frente el triple retrato que le sirvió de inspiración.

La colección de este monarca inglés llegó a incluir algunas de las obras maestras que ahora pueden verse en grandes museos como por ejemplo el San Juan Bautista de Leonardo Da Vinci que cuelga de las paredes del Louvre; el San Jorge y el dragón de Rafael perteneciente a la National Gallery de Washington; la muerte de la Virgen de Andrea Mantegna y el autorretrato de Durero, ambos del Museo del Prado; o el retrato de Felipe IV de Velázquez que atesora el Museo Meadows de Dallas y que puede contemplarse en esta exposición.

Al tiempo que Carlos I conformaba su impresionante colección, los problemas durante su reinado no paraban de crecer. Tras subir considerablemente los impuestos para sufragar sus guerras con España y Francia, decidió clausurar el Parlamento después de que los comunes aprobaran varias medidas contra él. Comenzó el periodo conocido con los Onces años de Tiranía en los que el rey gobernó sin Parlamento. Tras muchos otros conflictos, una revolución liderada por Oliver Cromwell acabó con la detención del rey.

Carlos I fue juzgado en el Parlamento y condenado por alta traición. El 30 de enero de 1649 fue decapitado enfrente del palacio de Whitehall. Camino del patíbulo atravesó la sala de Banquetes donde pudo contemplar por última vez las telas que había encargado hacía dos décadas a Rubens para decorar el techo de esa estancia. Toda una metáfora de un rey que pasaría a la historia tanto por su decapitación como por su magnífica colección.

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